Siento como me transformo,
Me aligero lentamente
En luz de sol,
Cruzando el cielo
En eterna búsqueda
De esa Luna maldita y sobrante,
Estorbo en el cielo,
Que no alcanza a ser
Siquiera gotas de rocío
A como es manoseada,
Como enfermedad celosa,
De una eterna conspiración,
Lírica y romántica.
Y he sido el engendro malcriado
Entre las faldas y los llantos,
Algo que siempre busca
Y nunca halla.
¡Lloriquea niño, lloriquea!
Conseguirás lo que buscabas
Entre tus propias ropas y tus manos.
Pero, sordo de mi llanto
No he escuchado más que
un canto
A viva voz
De que mis ecos alterados
Otra vez me atan
A ti, Luna ingrata.
Pero, aun así, ligero y brillante,
No te escucho a ti,
Si no a mi propia voz, tonta y rimbombante.